Simón tiene miedo a decepcionar

Simón era un sapo de color verde brillante con una larguísima lengua de color rosa pálido. Simón era muy listo, curioso y le encantaba disfrutar al máximo de cada día, sin embargo había algo que siempre lo atormentaba: el miedo a decepcionar a los demás. Temía que sus acciones y decisiones no estuvieran a la altura de las expectativas de sus amigos y familiares.

En el estanque donde vivía, Simón era conocido por su habilidad para saltar largas distancias y atrapar insectos con su lengua pegajosa. Todos lo admiraban por sus destrezas, y eso hacía que sintiera aún más presión por querer mantener ese aparente puesto de número uno.

Un día, mientras estaba sentado en una roca junto al estanque, Simón observó a un grupo de ranas más grandes que saltaban muy alto y realizaban unas acrobacias impresionantes. Quedó asombrado y, al mismo tiempo, invadido por la inseguridad. Se preguntaba si sus saltos y acrobacias eran lo suficientemente buenos.

Desde ese día, Simón empezó a evitar los desafíos y a esconderse de las miradas de los demás. Tenía tanto miedo de decepcionar a los demás que dejó de expresar sus habilidades, por miedo a no estar a la altura. Eso le llevaba a estar cada vez más apagado. Sus amigos se preocuparon al verlo tan triste y retraído, pero no sabían cómo ayudarlo.

Un día, su mejor amiga, una rana llamada Rita, se acercó a él y le preguntó qué le sucedía. Con lágrimas en los ojos, Simón le confesó su miedo a decepcionar a todos. Rita lo miró y le dijo:

"Simón, recuerda que lo más valioso es que pongas todo tu corazón en lo que hagas y que te olvides de lo que pensarán los demás. Compararnos con los otros no sirve de nada, solo nos debilita y nos hace sentir tristes. Tú eres único y especial tal como eres, no quieras ser de ninguna otra manera. Todos tenemos nuestro lugar en el mundo y hemos venido a expresar lo que somos”

Las palabras de Rita resonaron en el corazón de Simón. Comprendió que estaba dejando que el miedo a decepcionar controlara su vida y que su atención estuviese puesta en los otros y no en lo que estaba haciendo. Decidió enfrentar su miedo y dar lo mejor de sí mismo sin preocuparse por las expectativas de los demás.

Con el apoyo de Rita y sus demás amigos, Simón comenzó a dejar ir esos pensamientos que le bloqueaban y empezó a saltar y realizar acrobacias nuevamente. No importaba si sus saltos eran tan altos como los de las ranas más grandes, lo importante era que los disfrutaba y se sentía libre al hacerlo.

Simón se dio cuenta de que su verdadero valor no residía en superar a los demás o cumplir con ciertas expectativas. Aprendió que es esencial expresarse tal y como uno siente y es maravilloso contemplar a los demás con una mirada de aprendizaje y poder observar nuevas formas de expresión.

Su miedo a decepcionar se desvaneció cuando se dio cuenta de que no existía una medida objetiva de éxito, y que cada uno tenía su propia forma de brillar.

¡Felices sueños pequeñ@s soñadores!

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