La regadera

Había una vez dos hermanitos, Pedro y Clara, que vivían en una casa en lo alto de una montaña. Les encantaba jugar en el jardín y cuidar las plantas y flores, pero lo que más les gustaba de todo era regar el jardín.

Un día, como de costumbre, sacaron la regadera para darle agua a las flores, pero rápidamente se dieron cuenta de que la regadera pesaba mucho y Clara no podía levantarla. Pedro, que era mayor y más fuerte, pudo con la regadera sin problema, pero a su hermana pequeña Clara, le costaba mucho, pesaba demasiado para ella y se entristeció al pensar que no podría hacer nada para ayudar.

Pedro vio la carita triste de su hermanita y comprendió que Clara también quería colaborar, así que se puso a imaginar qué podía hacer para que ella también pudiera participar.

Después de pensar durante unos minutos, Pedro tuvo una gran idea. Consiguió una botella vieja de refresco, la cortó por la mitad y le hizo agujeros. Le dijo a Clara que en el jardín había unas flores que necesitaban de un cuidado especial porque acababan de ser plantadas y si se regaban con una regadera normal recibirían demasiada agua y era posible que se inundaran. En cambio, con la regadera que acababa de diseñar, el agua salía despacio, como una delicada ducha de pequeñas gotitas.

Clara observó su nueva regadera y le pareció la más maravillosa del mundo, además tenía poderes mágicos para cuidar a las flores más delicadas del jardín. Así que con mucho cuidado y amor se dedicó a regar las pequeñas plantitas que iban danzando mientras recibían la ducha de Clara.

Al final del día, los dos hermanitos se abrazaron, se sentían muy orgullosos de haber trabajado en equipo y de haber cuidado su jardín, con total entrega y dedicación.

Y así, se fueron a dormir felices sabiendo que habían realizado un gran trabajo en equipo y habían contribuido a que las plantas y flores del jardín crecieran fuertes y llenas de amor!

Buenas noches pequeñ@s soñadores!

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