¡No me gusta el fútbol!
Había una vez un niño llamado Sebastián, a quien le encantaba leer, dibujar y explorar el mundo que lo rodeaba. Sin embargo, había algo que no le interesaba tanto: el fútbol. A diferencia de muchos de sus amigos, Sebastián no sentía una gran pasión por el deporte más popular.
Cada vez que sus amigos se reunían para jugar al fútbol, Sebastián prefería buscar insectos en el jardín o inventar historias y luego reflejarlas en su preferido cuaderno de dibujo. Pero a medida que pasaba el tiempo, Sebastián comenzó a sentirse un poco excluido. Veía cómo sus amigos se entusiasmaban con cada partido, compartían anécdotas y formaban equipos y él no podía participar de nada de todo esto.
Un día, mientras estaba sentado bajo un árbol pensando en qué hacer, se le acercó su abuelito que notó una cierta tristeza en él. Entonces le preguntó:
-"¿Qué te pasa?"
Sebastián respondió: -"Es que no me interesa el fútbol, me siento diferente a los demás y me gustaría poder compartir más experiencias con mis amigos".
Su abuelo sonrió y le dijo: -"Sebastián, no todos tienen que amar el fútbol, así como no todos aman leer o dibujar. Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales. Sin embargo, es importante que nosotros pongamos el interés y el gusto en aquello que hacemos aunque a primeras no nos apasione.
Con eso no quiero decir que ahora tengas que jugar al fútbol, pero tampoco descartarlo porque sino nos cerramos a vivir experiencias que nos pueden sorprender. Que te parece si esta vez pruebas de poner tu el interés en el fútbol y juegas con tus amigos; y otro día, les invitas a casa y les enseñas nuevas técnicas de pintura- le propuso su abuelito.
Inspirado por las palabras de su abuelito, Sebastián decidió no solo centrarse en aquellas cosas que realmente le apasionaban sino abrirse a nuevas experiencias y expresarse también a través de otras actividades que fueran apareciendo. Descubrió que le encantaba la música y comenzó a tocar la guitarra. También se unió a un club de hockey donde podía movilizar su energía vital y encontró que le apasionaba el arte, donde podía canalizar su creatividad en hermosas pinturas.
A medida que Sebastián no se encasillaba en "eso me gusta y eso no me gusta" y se abría a experimentar, se dio cuenta de algo maravilloso: descubrió que le gustaban muchas más cosas de las que creía. Y aunque el fútbol seguía sin ser su gran pasión y prefería dedicar el tiempo a hacer otras cosas, aprendió a disfrutar cuando sus amigos lo invitaban a jugar alguna tarde, porque en ese momento no era tan importante si le gustaba o no, sino poder compartir y disfrutar de ese tiempo todos juntos.
Sebastián entusiasmado se acercó a su abuelo y le dijo: -"¡Abuelito!, ¡lo he consegiuido, comparto más tiempo con mis amiguitos y me han pedido que les dibuje la mascota para su equipo de fútbol!"
Y así, Sebastián aprendió una valiosa lección: es maravilloso ser diferente y ser fiel a lo que sientes pero también lo es cuando te abres a vivir nuevas experiencias que a priori te parecían aburridas.¡La vida siempre te sorprende!.
¡Felices sueños, pequeñ@s soñadores!