El pececito olvidadizo
En un colorido arrecife de coral, vivía un pececito llamado Telmo. Era un pez pequeño y curioso, con escamas de colores brillantes y unos ojos saltarines llenos de curiosidad. Sin embargo, había algo que lo hacía diferente de los demás peces del arrecife: Telmo no tenía memoria y cada día, despertaba sin recordar lo que había sucedido el día anterior.
No importaba lo que aprendiera o experimentara, al día siguiente todo se borraba de su mente como si nunca hubiera sucedido. A menudo, se encontraba perdido y confundido en medio del arrecife, sin saber cómo había llegado allí.
Los demás peces se burlaban de Telmo y lo llamaban "El Pececito Olvidadizo". No entendían por qué siempre se olvidaba de todo. Esto hacía que Telmo se sintiera triste y solo, anhelando tener la capacidad de recordar y compartir experiencias con los demás.
Un día, mientras nadaba por el arrecife, Telmo se encontró con un pez sabio y anciano llamado Marlin. Marlin había vivido muchas aventuras y había aprendido lecciones importantes a lo largo de su vida. Se acercó a Telmo con una sonrisa amable y le dijo: "Querido Telmo, aunque no tengas memoria, tienes la maravillosa oportunidad de experimentar todo como si fuera la primera vez. Cada encuentro, cada descubrimiento, todo es una nueva aventura para ti".
Las palabras de Marlin resonaron en el corazón de Telmo. Aunque no podía recordar el pasado, tenía la capacidad de vivir en el presente y disfrutar cada momento sin prejuicios ni expectativas.
A partir de ese día, Telmo decidió abrazar su condición y convertirla en una fortaleza. En lugar de lamentarse por lo que no podía recordar, se enfocó en descubrir nuevas maravillas y aprender de nuevo cada día. Nadaba por el arrecife con entusiasmo, sorprendiéndose de la belleza de los corales y la diversidad de los peces que lo rodeaban.
Los demás peces comenzaron a ver la alegría y el entusiasmo de Telmo. Se dieron cuenta de que su falta de memoria no lo hacía menos valioso ni menos especial. Al contrario, lo convertía en un ser único y asombroso.
Poco a poco, los demás peces comenzaron a aprender de Telmo y a valorar sus experiencias compartidas con él. Juntos, exploraron el arrecife y descubrieron tesoros ocultos en cada rincón. Aunque Telmo no podía recordar lo que había vivido, su presencia siempre iluminaba el arrecife con alegría y energía contagiosa. Su capacidad para vivir el presente y apreciar cada momento inspiró a todos los peces del arrecife a hacer lo mismo.
Y así, el Pececito Olvidadizo, que una vez fue objeto de burlas, se convirtió en una fuente de inspiración y alegría para todos. Telmo demostró que no importa cuánto puedas recordar, lo importante es cómo vives y disfrutas cada instante de tu vida.
Telmo enseñó a los demás peces que el verdadero valor radica en la actitud con la que vivimos cada día, en cómo ponemos toda nuestra energía para vivir intensamente y en cómo compartimos nuestra alegría y amor con los demás.
Y aunque el arrecife continuó cambiando y nuevas historias surgieron, Telmo siempre estuvo presente, y con su actitud les recordaba a todos la importancia de vivir el presente y valorar cada momento que la vida nos ofrece.
¡Felices sueños pequeñ@s soñadores!