Biel aprendió a ir venciendo su timidez

Había una vez un niño llamado Biel, que le costaba relacionarse debido a su gran timidez.

Un día de primavera mientras caminaba, descubría el pueblo dónde hacía muy poquito se había mudado. De repente se detuvo delante de una puerta enorme y majestuosa, en la cual había dos máscaras esculpidas, y en la parte superior unas letras en las que se leía “Teatro Luna”. Fue en ese momento cuando sus ojos se abrieron como naranjas. La curiosidad le invadió y decidió asomarse para descubrir qué aguardaba aquel lugar.

Biel se quedó boquiabierto al ver tanta belleza. Un pasillo que le invitaba a entrar rodeado de unas butacas color rojo intenso. Un impresionante escenario en el cual se encontraba un señor peculiar, con talante amigable que le dijo. - ¡Hola muchacho! ¿Qué haces por aquí?, ¡hoy no hay función!

Biel se quedó paralizado, notaba como se iba empequeñeciendo, no sabía qué decir. Nicolás, que así se llamaba el hombre que le había preguntado, se dio cuenta que Biel sentía incomodidad y le costaba hablar. Entonces con una gran habilidad, lo invitó a entrar en el teatro y le enseñó todos los rincones de aquel maravilloso lugar.

Así fue como Biel se fue relajando y empezó a hablar, expresándole que hacía muy poquito que estaba en aquel pueblecito y aún no tenía amiguitos, porque le costaba muchísimo comunicarse con ellos.

- ¡Estás en el lugar perfecto! ¿Te gustaría hacer teatro? Necesito un actor y ¡tú lo harás genial!

-afirmó Nicolás con determinación.

Los ojos de Biel se iluminaron al instante. En la ciudad donde vivía anteriormente había ido mucho al teatro con su abuelita. Ahora le quedaba muy lejos y lo echaba mucho de menos.

–¿De verdad puedo? -preguntó dubitativo Biel

- ¡Pues claro pequeño! hoy a las ocho hay ensayo, aquí te espero- respondió Nicolás.

Biel con muchísimo entusiasmo se presentó a su primer ensayo. Allí Nicolás le explicó todos los detalles de la obra. Estaban interpretando “el Caballero Valiente” y a él le había tocado ser el caballero. Biel sentía una profunda alegría y al mismo tiempo un miedo que le abrumaba al pensar que sería incapaz de poder hacer ese personaje.

Nicolás le tranquilizó, tenían muchos días para ensayar y cada día iría confiando más en su potencial; hasta descubrir que él podía hacer ese personaje y cualquier otro.

Cada día superaba sus desafíos, era tanto su entrega, que la evolución era asombrosa. Después de los ensayos, guardaban unos momentos para profundizar en cómo había ido.

Hubo un día que Biel preguntó a Nicolás - ¿qué es la timidez?

-Es una emoción que sentimos cuando estamos muy pendientes de lo que pensarán los demás de nosotros. Eso nos bloquea, nos debilita, crea barreras que nos impiden expresarnos tal y como somos; en lugar de poner nuestra atención en dar lo mejor de nosotros en cada instante- Le explicó Nicolás con detenimiento.

Llegó el día de la estrena, Biel sentía muchísimos nervios y los pensamientos le nublaban. El miedo a salir en escena le bloqueaba. Habló con Nicolás de todo lo que le estaba sucediendo. Y esté le recordó todo lo que habían trabajado. Ahora era el momento de superar ese gran desafío.

Nicolás abrazó a Biel y le dijo. -Pequeño, ahora es el momento de conectar con esa energía del caballero que has sentido en todos los ensayos y compartirla. Así fue cómo Nicolás salió al escenario y transmitió toda esa valentía que había ido cultivando. En aquellos instantes esa fuerza pudo sentirse en todo el teatro, lo que provocó la ovación de todo el público.

El teatro nos ayuda a poder vivir diferentes personajes y darnos cuenta que no somos ninguno de ellos y al mismo tiempo los somos todos. Vencer resistencias y desafíos nos hace crecer e ir desprendiéndonos de los límites que nos pone nuestra mente y así hacer florecer nuestra verdadera autenticidad.

Felices sueños pequeñ@s soñadores!

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