Zoe y la judía Roberta

Esta es la historia de Zoe, una niña divertida, juguetona y muy alegre a la que no le gustaban las judías verdes. ¿Os extraña?

Cuando su mamá Lorena le preparaba un plato de judías siempre las dejaba aisladas. Tenía excusas de todo tipo, se habían enfriado o estaban calientes o muy desechas o muy crudas, incluso a veces decía que le dolía la barriga… Su mamá incansable e insistente, le animaba a probarlas, pero ella se negaba rotundamente.

Cuando iban de compras y su mamá colocaba las judías en el carrito de la compra, Zoe aprovechaba el despiste de su mamá e iba corriendo y volvía a dejar las judías en los estantes de las verduras.

A Lorena no se le escapaba detalle alguno y de vuelta a casa ya había encargado a Paquito, el propietario de la verdulería ecológica cerca de su casa, unas cuantas judías. Cuando pasaban por delante de la tienda de Paquito, éste les había preparado las judías en una bolsa de ropa con dibujos divertidos de verduras y hortalizas, con una frase que decía: “Cuidamos lo que comes”. Zoe sintió curiosidad por esa frase y la memorizó.

Como la mamá de Zoe iba muy cargada con las bolsas de la compra, esta vez Paquito le entregó la bosa de judías a Zoe, diciéndole que ella era la escogida para llevarlas y que estuviese muy atenta porque eran mágicas. Los ojos de Zoe se abrieron como abanicos e iba mirando continuamente esas misteriosas judías.

-Y ¿Cómo es que nos miras tanto? -se oyó una voz.

Zoe miró hacia un lado y otro de la calle y sólo estaban su mamá y ella.

Se volvió a escuchar: - ¡Es a ti Zoe! -La pequeña no sabía si cerrar la bolsa y olvidar lo oído o seguir mirando.

- ¿Sabes a dónde nos dirigimos hoy? Me encanta este paseo, siento que voy con muy buena compañía. Me llamo Roberta, soy mágica y una de las judías más gustosas que existen.

Zoe empezó a hacer muecas, indicando que ella no opinaba lo mismo…

-¿Me vas a decir que no te gustan las judías? - le preguntó Roberta llevándose las manos a la cabeza. Y prosiguió en su discurso. -Me han llegado rumores que no somos del agrado de muchos niños. ¿Sabías que nuestros sabores son auténticos, naturales y aportamos a vuestros cuerpecitos defensas contra los bichitos microscópicos que a veces provocan enfermedades y además mantenemos saludable tu intestino ya que tenemos mucha fibra?

Sorprendida, Zoe hizo que no con la cabeza.

-A ver dime ¿cómo es que no te gustamos? – insistió Roberta

- Pues no lo sé… os veo de ese color verde oscuro y oigo una voz en mi cabeza que me dice: ¡no me gustan, no quiero comerlas!. Le dijo Zoe dándose cuenta que no sabía el porqué no le gustaban.

-He entendido pues que ¿ni siquiera nos has probado? -le preguntó Roberta. Y siguió diciéndole. - En muchos momentos del día oímos voces que vienen de pensamientos erróneos y te impiden que comas las maravillosas judías. ¿Sabes lo contento que se pondrá tu cuerpecito cuando reciba estos nutrientes? ¡Te sentirás con más energía! -le explicó con tono enérgico Roberta.

Zoe, ponía toda su atención para escuchar lo que Roberta le estaba explicando

-¿Qué te parece si cuando lleguemos a tu casa hablas con tu mamá y preparamos el plato de judías más espectacular y sabroso que se haya podido cocinar nunca?

Así fue como Zoe le pidió a su mamá cocinar juntas las judías. Su mamá sorprendida y feliz, cogió rápido dos delantales que ella misma había diseñado y confeccionado y se pusieron manos a la obra. Roberta le iba indicando los pasos a seguir para la preparación del exquisito plato. Zoe desbordaba de felicidad y se había convertido en la chef de la cocina de su casa. Esta vez prepararon judías con patatas y jamón. Para la presentación de la mesa escogieron unos platos de pizarra cuadrados y colocaron las judías con mucha delicadeza decorándolas con tacos de queso a su alrededor.

Zoe estaba deseosa que su familia se sentara en la mesa para cenar. Ella nunca había tenido tantas ganas de degustar las judías. ¡Qué sorpresa cuándo las probó! ¡Quiso repetir!

Zoe y Roberta se hicieron muy amigas. Zoe empezó a interesarse por las hortalizas y verduras e iba a visitar y ayudaba en los huertos más cercanos a su casa. Descubrió con qué cariño los hortelanos cuidaban y mimaban sus judías, lechugas, patatas, cebollas, zanahorias, guisantes... ¡Eureka! Zoe evidenció y comprendió la frase de las bolsas de ropa de Paquito: “Cuidamos lo que comes”.

La pequeña se convirtió en una apasionada de la comida saludable y decidió, junto con Roberta, ir a las escuelas a explicar su maravillosa aventura y así poder hacer llegar a los más pequeños la importancia de comer sano, a ser conscientes que tenemos pensamientos que nos impiden experimentar, que nos bloquean, y animarlos a atreverse a probar alimentos diferentes y descubrir sabores nuevos que nos ofrece la vida.

En su paso por las escuelas dejaban recetas que habían elaborado, para que los niños las pudiesen cocinar con sus mamás y papás y también dejaban una semilla en el corazón de cada uno de los pequeños para que fuesen conscientes de la importancia de cuidar su alimentación.

¡Buenas Noches pequeños chefs!

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