Rayo no sabe controlar su ira
Había una vez un coche muy especial, llamado Rayo. Era un coche rojo y brillante, con neumáticos gigantes y un motor muy potente. Pero Rayo cuando se enfadaba, ¡empezaba a quemar cosas! y luego se sentía mal.
Al principio, Rayo no sabía cómo controlar su ira. Cada vez que algo le molestaba o le hacía enojar, empezaba a lanzar llamas por la boca del motor. Y esto causaba muchos problemas en la ciudad, ya que los árboles, los edificios y las personas de su alrededor podían quemarse.
Un día, Rayo conoció a un grupo de niños muy valientes, quienes se dieron cuenta de su reacción y decidieron ayudarlo. Juntos, aprendieron cómo controlar su ira y cómo evitar que las llamas dañaran cosas.
Primero, le enseñaron a Rayo cómo respirar profundamente y contar hasta diez antes de enojarse. Así, el coche aprendió a calmarse antes de que sus llamas salieran disparadas. Siempre tenemos unos instantes para parar antes de que aparezca con fuerza la ira. Una vez nos atrapa, ¡agárrate que vienen curvas, hay que frenar el coche como sea y a veces derrapando!. Pero -¡No pasa nada, seguimos aprendiendo!
También le enseñaron a encontrar formas creativas de canalizar su energía, como correr carreras o competir en acrobacias de autos. De esta forma, Rayo pudo liberar su ira de una manera saludable y divertida. ¡Ah, y lo nombraron el máximo responsable de encender cada año la fogata de San Juan!
Con el tiempo, Rayo aprendió a controlar sus llamas, y se convirtió en un coche muy popular en la ciudad. La gente admiraba su velocidad y sus acrobacias, y los niños lo veían como un amigo muy especial.
Y así, Rayo aprendió que aunque a veces se podía sentir enojado, podía alquimizar su ira y encontrar maneras divertidas y creativas de expresar su energía. ¡Siempre hay una manera de ser feliz y compartir esa felicidad!
¡Dulces sueños pequeñ@s soñadores!