El niño que se atrevió a expresar
Había una vez un niño llamado Martín que le costaba mostrar sus sentimientos. A pesar de ser un niño cariñoso, Martín no sabía cómo expresar con palabras lo que sentía por los demás. Le costaba abrazar a sus padres y decirles "te quiero", incluso con sus amigos y hermanos sentía una gran timidez.
Una tarde, Martín se encontraba jugando en el parque cuando se topó con un anciano que estaba sentado en un banco, parecía solo y triste. Al principio, Martín se sintió un poco intimidado, pero luego se animó a acercarse y hablar con él. A medida que charlaban, el anciano le contó su historia y cómo había perdido a su familia hacía muchos años.
Martín estaba muy conmovido por lo que el anciano le contaba, y aunque en un principio se había sentido un poco incómodo, de repente notó un impulso que brotó desde el fondo de su corazón y abrazó al anciano sin pensarlo. Fue un abrazo lleno de cariño y amor, y Martín se sintió muy cercano al anciano, como si fuera su abuelito.
La magia de la vida los envolvió, lo que provocó que el anciano saliera de su tristeza, gracias al pequeño Martín que le había recordado el poder del amor. Al mismo instante Martín descubría que vivía el amor cuando lo daba.
Después de ese encuentro, Martín estaba más conectado con sus sentimientos, y cuando llegó a casa se acercó a su madre y la abrazó, diciéndole por primera vez "te quiero". La madre de Martín lo miró con una gran sonrisa y lo abrazó con fuerza, llena de amor y felicidad.
Desde ese día, Martín aprendió que expresar sus sentimientos no es algo malo, sino todo lo contrario, es una hermosa muestra de amor y afecto hacia los demás. Se atrevió a ser él mismo y ese es el mejor regalo que uno mismo puede ofrecer.
Y a partir de ese momento, Martín comenzó a expresar lo que sentía sin miedo, siempre con una sonrisa en el rostro y un corazón lleno de amor.
¡Felices sueños pequeñ@s soñadores!